Un diálogo aplazado pero necesario

Un diálogo aplazado pero necesario

Los discursos de Lula y Trump en la Asamblea General de las Naciones Unidas fueron radicalmente opuestos. Uno era abiertamente anti neoliberal, mientras que el otro era un ejemplo de neoliberalismo ortodoxo. Lo que cambió fue que ambos decidieron hablar, reunirse y quizás buscar puntos en común. Pero lo que hemos visto hasta ahora solo confirma sus flagrantes diferencias.

Se anunció que Trump pediría a Lula que no abandonara el dólar ni se uniera a una posible moneda de los BRICS. Por otro lado, se anunció que Lula pediría a Estados Unidos que retirara los elevados aranceles que impuso a Brasil. La reunión entre Marco Rubio y Mauro Vieira fue meramente formal, como preparación para la reunión en Malasia, donde ambos presidentes estarán presentes. Por lo tanto se pospone el enfrentamiento entre dos discursos radicalmente opuestos.

Es difícil predecir cómo se desarrollará la reunión, más allá de lo que Lula llamó no solo una industria química común, sino una industria petroquímica. El optimismo abunda. En cualquier caso, ya hay avances. La mediación y el juicio a Bolsonaro han desaparecido. Estos son, por ahora, los principales perjudicados en este acercamiento entre Lula y Trump.

Pero ambos países y sus líderes están a la vanguardia de los dos puntos de vista que polarizan el mundo contemporáneo. Desde que el capitalismo adoptó el modelo neoliberal, este se ha convertido en la línea divisoria de las confrontaciones en el mundo actual. La cordialidad no elimina los elementos de contradicción que definen el campo político estratégico en el mundo contemporáneo. Pero es posible abordar las diferencias de una manera menos brutal que la que marcó la «subida arancelaria».

Lula espera poner fin a la guerra arancelaria que ha caracterizado al gobierno de Donald Trump y en la que Brasil fue la principal víctima. Sin embargo, esta ha sido una parte fundamental de la política exterior del gobierno estadounidense. Trump puede flexibilizarla, pero es poco probable que la abandone. Lula tampoco debería hacer concesiones respecto a la adhesión de Brasil a los Brics. La creación de una nueva moneda es un objetivo de los Brics, pero dado que se trata de un asunto muy complejo cuya implementación llevará mucho tiempo, no debería ser un problema.

El problema radica en que los Brics y Brasil se adhieren a la política de desdolarizar la economía global, un asunto que contradice directamente los intereses de Estados Unidos. Por lo tanto, se trata de un diálogo, y cuanto más se retrase, mejor, para evitar contradicciones. Cuando Lula afirma que pondrá todos los temas sobre la mesa, corre el riesgo de que prevalezcan profundas diferencias entre ellos.

El realismo político debería llevar a Lula a centrar sus demandas en la reducción de aranceles y el fin de las medidas contra los brasileños. Por parte de Trump, la situación es más difícil; Lula no parece tener margen para concesiones. Es mejor que la conversación se retrase. Cuanto más duren los malentendidos, mejor.

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